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La corgi de la familia de Andrés Grima-Orozco, estudiante de tercer año, camina alegremente alrededor de los jardines junto a su casa, siguiendo fielmente a su madre adoptiva, María Orozco. Cuando Orozco se sienta, Dixie salta a su lado, pone la cabeza en sus piernas y espera impacientemente que le rasquen la panza. La sonrisa de Dixie no desaparece ni un momento.
Andrés dice que cree que fue por su espíritu alegre y contagioso que Dixie fue elegida como la tercera mascota oficial de la biblioteca de Los Altos High School. Entre 27 concursantes, Dixie fue seleccionada por estudiantes y el personal de la escuela con una clara pluralidad, ganando el 36.4% de los votos.
“Cuando ves a un animal con magnetismo, lo sabes de inmediato”, dijo el bibliotecario Gordon Jack. “Yo propuse a mi propio perro, pero voté por Dixie.”
Probablemente los estudiantes reconozcan a Dixie por los anuncios matutinos de la biblioteca, donde aparece con un moño naranja de lado para ayudar a Jack a promocionar próximos eventos. Según Jack, ese es básicamente el trabajo de la mascota: levantar el ánimo de la comunidad y atraer atención al boletín de la biblioteca.
“Cada gran institución necesita una mascota”, dijo Jack. “Cada año, tratamos de encontrar al animal dentro de nuestra comunidad que mejor represente los valores y el espíritu de la biblioteca de LAHS.”
Pero la vida de Dixie no siempre estuvo llena de sonrisas; más bien, es una historia de recuperación. Hace dos meses, Andrés y su familia rescataron a Dixie de su familia anterior, en condiciones de salud precarias. Pasaron semanas cuidándola hasta que se recuperó, y se hicieron clientes frecuentes de su veterinaria local.
Andrés contó que una vez dejaron a Dixie sola en casa mientras asistían a uno de sus partidos de fútbol. Cuando regresaron, encontraron a Dixie en un charco de vómito, sin poder moverse.
Dixie tenía parásitos intestinales, eccema y tenía varios kilos de sobrepeso. Como los corgis son conocidos por sus patas cortas, el exceso de peso puede causarles problemas graves de espalda e incluso parálisis por la falta de soporte.

(Courtesy Andres Grima-Orozco)
Al principio, Dixie necesitó tiempo para adaptarse a su nueva vida. Antes de bajar de peso, Andrés tenía que llevarla al parque empujándola en una carriola. Cuando Dixie se quedaba a dormir en la clínica veterinaria, Andrés decía que la casa se sentía extrañamente silenciosa sin ella. Ahora, a Dixie le encanta correr.
“Es un nuevo miembro [de la familia], y está cumpliendo con su papel perfectamente,” dijo Andrés.
A pesar de su transformación física, la personalidad energética de Dixie no ha cambiado. Aunque solo tiene dos años, Dixie insiste en solo comer comida húmeda y rechaza cualquier premio que no sea de res o de pollo.
“Se comporta como un perro grande, ladra como un perro grande,” dijo Andrés.
Andrés sospecha que la familia anterior de Dixie le daba hamburguesas con queso, lo que la volvió exigente con la comida. Orozco contó que una vez llegó a casa y encontró a Dixie encima de la estufa, tratando de alcanzar un poco del pollo rostizado que había cocinado.
Además de ser leal, Andrés dijo que Dixie es muy protectora. Cuando Orozco despierta a Andrés y a su hermana Michelle para ir a la escuela, los ladridos de Dixie suenan como una alarma.
Orozco comentó que incluso entiende cuando le habla en español en casa.
“Es bilingüe,” dijo Orozco. Entre risas, le sonríe a Dixie, quien ahora está completamente recostada en el sillón junto a ella, peligrosamente cerca de caerse.
“Cada vez que salimos de casa, hace lo que sea por venir con nosotros,” dijo Andrés. “Nos bloquea la puerta o nos observa fijamente hasta que la llevamos.”
La familia Orozco-Grima recibió a Dixie como un miembro más de la familia. A cambio, ella ha llenado su hogar para siempre con amor y un ladrido mucho más grande que su tamaño.
